A quiénes inquieta la candidatura y proyección nacional de Juan Schiaretti

El mapa nacional no parece abrirle chances al cordobés, que no arranca en las encuestas pero amenaza con quitarle puntos a todos. Jugador clave en los comicios 2023.

Ed Impresa 10/03/2023 César Martín Pucheta César Martín Pucheta
Ed 301 © Pito Campos
Las intenciones presidenciales del gobernador de Córdoba molestan e incomodan cada vez a más gente. Ilustración: Daniel "Pito" Campos

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“Errante y contradictorio”. Con esos dos términos y una metáfora popular mal construida (se equivocó una gallina con un tero) Horacio Rodríguez Larreta cruzó esta semana a Juan Schiaretti en una entrevista que brindó a Canal Doce y, aparentemente, rompió el clima de cordialidad que el PRO siempre sostuvo con el peronismo provincial. Las palabras del jefe de Gobierno porteño responden a una situación interna de la pata cordobesa de Juntos por el Cambio, que hace tiempo se cansó de la “buena onda” que existe entre la conducción nacional de la coalición con el líder cordobesista, pero también a una realidad cada vez más palpable, las intenciones presidenciales del gobernador de Córdoba que molestan e incomodan cada vez a más gente, sobre todo a aquellos que se anotan para correr la misma carrera. 

Si bien en casi ninguna encuesta de las que se manejan a nivel nacional Schiaretti supera el 10% de intención voto, la realidad de una definición pareja, tanto en las primarias como en la general ponen al cordobés en el ojo de la tormenta. El poder de daño es total y por eso, la estrategia deja de ser el mimo a la distancia para convertirse en ataques, por el momento con una agresividad tenue, para correrlo de la cancha. En esa tarea, el líder cordobesista logró lo que se proponía, que no haya grieta. 

El discurso antigrieta, ¿propiedad de quién?

“Lo lamento por él”, dijo Gerardo Morales semanas atrás cuando aseguró que Juntos por el Cambio le iba a “ganar a Schiaretti en Córdoba”. Más cercano a Larreta que a cualquier otro sector identificable en el abanico opositor, el jujeño es otro de los dirigentes que había demostrado una buena sintonía con el cordobés. De hecho, fue uno de los que a mediados del año pasado se sentó en la famosa mesa de nueve dirigentes que ensayó una estructura posgrieta que duró lo que duró en conocerse el asado que habían compartido en la casa que Juan Manuel Urtubey tiene en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. 

Con Morales y Rodríguez Larreta, algo así como la pata más moderada de Juntos por el Cambio, si es que eso existe, Schiaretti compite en el discurso que pregona dejar a un costado la grieta. Pero en ese camino, el cordobés también genera problemas para su amor político no correspondido: Facundo Manes. El neurocirujano quizás sea el dirigente en carrera de Juntos por el Cambio con menos chances aparentes de terminar integrando una lista que pelee por la Presidencia. En Córdoba lo saben, pero no tienen en cuenta que cuando el hoy diputado se le paró al PRO y presentó una lista alternativa a la que encabezó Diego Santilli, no eran pocos los que vaticinaban un tropezón estrepitoso. Sin embargo, en aquella primaria, su espacio obtuvo más de 1.300.000 votos y terminó metiendo más seis candidatos en la boleta que compitió en noviembre de 2021. El “correr de atrás”, entonces, no es algo que incomode al tipo que estudia el comportamiento del cerebro y se visualiza como Presidente de la Nación. 

Schiaretti Mediterranea
El gobernador Juan Schiaretti abrió el ciclo anual de la Fundación Mediterránea y entre elogios y aplausos varios pidió al empresariado que lo acompañe en su aventura presidencial.

En el confluyen prácticamente todas las características de discurso centrista que les gustaría tener al cordobés jugando a su favor. La diferencia es que el discurso de Manes echa mano a elementos mucho más arraigados al radicalismo más popular, mientras que Schiaretti se apoya en el peronismo más clásico y conservador. Manes parece más cercano a Rodríguez Larreta y Schiaretti parece sentirse más a gusto con Mauricio Macri. Además, el diputado parece estar más dispuesto a la hora de cruzar sus propios límites, por eso puede sacarse una foto con Patricia Bullrich si entiende que eso lo ayuda a posicionarse. De hecho, lo hizo el fin de semana pasado en Mendoza. También es más proclive a sentarse con algunos sectores del actual oficialismo, con quienes Schiaretti no quiere saber nada. 

Schiaretti, con el apoyo del Movimiento Evita

Esa idea refractaria para con el Frente de Todos también pone de manifiesto otro abanico dirigencial para quien la candidatura del gobernador puede llegar a generar un problema: el tridente que integra el Frente de Todos. Si Alberto Fernández, Cristina Fernández de Kirchner y Sergio Massa son los límites para la construcción de Schiaretti, todo lo que el cordobés pueda absorber de antiguos aliados de esas bases restará votos para cualquiera de los sectores del oficialismo. Y allí se deben tener en cuenta todos los espacios con los que Hacemos por Córdoba tiene vinculaciones en la gestión provincial, entre los que se destaca el Movimiento Evita. El Chino Navarro ya dijo que el cordobés sería “un gran candidato” a la Presidencia. Nadie sabe si esos dichos fueron un movimiento reflejo antes una consulta o si efectivamente hay un plan (C, D o E) para desembarcar detrás de esas aspiraciones en caso de que las negociaciones a nivel nacional naufraguen. Sin embargo, es un dato a tener en cuenta. 

Lo mismo corre para el kirchnerismo sin representación fuerte en las provincias. Por lo general, en los lugares que no gobierna, esa pata del peronismo nacional termina formando parte de las conducciones pejotistas locales, a las que el cordobesismo busca seducir. ¿Qué pasaría con la militancia kirchnerista en caso de que la orden de su jefe local sea correrse del apoyo nacional al Frente de Todos? En esa ecuación, claro, un kirchnerista no debería encabezar la boleta presidencial. En esa realidad también se explican los armados kirchneristas que se presentan en elecciones a sabiendas que las chances de imponerse son totalmente nulas, por ejemplo, en Córdoba. El famoso dique de contención. 


Milei, Cavallo y el voto empresario

En menor medida, la candidatura de Schiaretti también debería molestar a Javier Milei. Más allá de sus ideas, el libertario sopa del descontento general con la clase política, que siempre es la clase política actual y nunca la de las administraciones que a lo largo de los años fueron sembrando la realidad que hoy se cosecha. El discurso que demoniza al macrismo y al kirchnerismo de igual manera también juega en esa liga discursiva, sólo que en el caso de Schiaretti se plantea de modo más moderado. Pero el mano a mano con el libertario no termina ahí, porque el cordobés le disputa la referencia a Milei, en el plano puntualmente ideológico. Ambos comparten una referencia no menor: la del círculo rojo más proclive a las ideas liberales. Eso quedó claro a comienzos de esta semana cuando Schiaretti se volvió a abrazar con Domingo Cavallo, uno de los ídolos de Milei, en la Fundación Mediterránea y entre elogios y aplausos varios, pidió al empresariado que lo acompañe en su aventura presidencial.  

  

 

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